Esto no pretende ser
una comparación intergeneracional, pero hubo un tiempo en el que l@s
alumn@s de los centros de enseñanza
apuntábamos las tareas y los exámenes y nos encargábamos de estar
atentos.
Hoy en día, a pesar
de todos los avances tecnológico a su alcance, a pesar de la
facilidad para acceder a cualquier información, a pesar de las
completísimas agendas que incorporan lo “teléfonos inteligentes”
(Sí, entre comillas, porque pienso que cuanto más inteligente es el
teléfono, más tontos nos vuelve a los dueños), l@s niñ@s están
echando mano de un nuevo tipo de agenda escolar que asume su rol con
excesivo orgullo: los padres. Y la culpa no es de l@s niñ@s.
La naturaleza, que
es muy sabia, ha dotado a cualquier animal de la capacidad intuitiva
de saber que, desde cachorros, debe enseñar a las crías a valerse
por sí mismas. Sin embargo, nosotros los adultos, seres humanos que
pasamos de los 18 años pero que cometemos torpezas de 10, estamos
acostumbrando a las nuestras a depender casi completamente de la
capacidad organizativa de su padre o madre para salvar las
dificultades de la vida de estudiante.
Padres (permítanme
la licencia de usar el arcaico masculino genérico, entendiendo que
me refiero a padres y madres) que, a mitad de mañana acuden
solícitos a la llamada del niño para traerle el trabajo que olvidó,
o el cuaderno que le iban a evaluar. Padres que llaman al centro
para preguntarle un profesor por las fechas de exámenes y las
tareas que debe realizar el cachorro. Padres que traen su propia
agenda para anotar esas fechas y poder recordar al niño sus
obligaciones…. En fin, PADRES-AGENDA.
Estos padres con
superpoderes tales como la ubicuidad, el almacenamiento infinito, o
el proteccionismo paranoico, pretenden también que los profesores
nos convirtamos en parte activa de esa agenda multitudinaria,
rogándonos que les avisemos cuando haya examen, o cuando no traiga
la tarea (ya si eso, cuando pille 6 horas libres, INFORMO DE MIS 130
ALUMNOS…..).
Hasta aquí, les he
contado una realidad empírica, fácilmente verificable. A partir de
ahora, todo lo que viene es un reflexión personal que, en ningún
caso pretende ser un guía de “manejo y crianza del cachorro” ni
de “Educación en familia: lo que debo y lo que no debo hacer”.
Es solamente un opinión, el humo de una debacle que se respira en la
sala de profesorado.
Pues bien, aclarado
esto, paso a relatarles las consecuencias lógicas que, a mi parecer,
ocasionarán estos actos.
- Pensamos que
quitar responsabilidades al menor les alivia de alguna carga: ERROR.
Los niños, desde edades muy tempranas (3, 4 años) ya son capaces de
asumir responsabilidades y de cumplirlas (esto lo saco de la charla
de una psicóloga infantil). Evidentemente, responsabilidades acordes
a su edad, pero responsabilidades al fin y al cabo.
- Es que es muy
despistado. ERROR. Aparte de ser despistado, los mayores lo hemos
acostumbrado a que no pasa nada por faltar a sus responsabilidades.
Ahí estamos nosotros para taparlos. Y un niño, ¿Para qué se va a
esforzar si ya tiene a un mayor detrás que se encargará de todo?
- Mediten un poco y
díganme la lección que les están enseñando. ¿Les enseña esto a
esforzarse? ¿Les ayuda a mejorar? ¿Les ayuda a apreciar el valor de
las cosas? ¿Les ayuda a sentirse orgullosos de su trabajo? ¿Les
ayuda a darse cuenta de lo que saben y pueden hacer??? Dentro de unos
años, ¿Irán ustedes con sus hijos al trabajo o a la universidad y
le dirán al jefe o al Rector que “Es que es muy despistado”?
Y ahora viene la
pregunta….. “¿Y qué puedo hacer??”. Pues MUUUCHO. Pero es muy
fácil. Sólo hay que cambiar un poco el discurso. Yo no pertenezco a
la moda esa de que con el niño hay que hablarlo todo, que reflexione
sobre sus actos…. Los adultos somos nosotros y somos los que
debemos enseñarles el camino, no llevarlos de la mano.
Lo primero, es dejar
de ser su agenda. Sí, ofrézcanles su ayuda, colaboren con ellos,
pero no le resuelvan todos los problemas. Llegará un día en el que
no estemos a su lado y no sabrán salir de ningún atolladero. Será
como si hubiésemos criado a un hijo manco y nunca le hubiésemos
enseñado a usar la otra mano por si lo hacía mal.
Y lo segundo:
CONSECUENCIAS. No castigos y premios: simplemente consecuencias. Al
fin y al cabo es lo que se van a encontrar toda la vida. Si haces las
cosas bien, probablemente
tendrás consecuencias positivas. Si no lo haces bien, pues las
consecuencias serán negativas.
Y
no olviden nunca valorarles el esfuerzo, los pequeños logros, la
superación de los pequeños retos que, al fin y al cabo, son a los
que se van a enfrentar más a menudo.
Y
si olvidan un trabajo en casa, ya se buscarán las mañas para que no
les vuelva a pasar.
Pd:
Si estáis de acuerdo, o si os parece acertado, podéis compartir en
las redes sociales dándole al botoncito correspondiente….
Buenas noches...me encanta esta reflexión que nos haces lo digo porque me incluyo dentro de las mamas agenda tengo mi hijo en el primer curso de instituto y no se si es la edad del pavo o el cambio en general pero siento que esta dormido en los laureles y no da lo que podría dar...entonces entro yo en acción informándole a través de compañeros de fechas de trabajos y exámenes, un gran error por mi parte pero me da pánico que pueda repetir por dejadez, así que nada intentare llevar tu consejo a la practica y de nuevo muchísimas gracias por tu blog
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por leerlo. Ánimo, que todos pasamos por esta edad y salimos medio normales!!!!
EliminarMuchas gracias por su reflección!
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo, yo no me considero una madre " agenda ", creo en el hecho de que deben valerse por sí mismos en la vida y trato de inculcarselo, haciéndoles saber q llegará un momento en q no estaremos ahí para ayudarles aunque sí que estaremos para apoyarles.
Así, me educaron a mí, ya que mis padre no tenían estudios y creo que por eso no me ha ido mal.
Saludos y feliz verano!